¿Sabías qué… la genética influye en el gusto por el baile?

Aunque para muchos el baile es sinónimo de alegría, romance o diversión, no todos lo viven de la misma manera. En fiestas o reuniones sociales, es común ver a personas que prefieren quedarse sentadas, evitando moverse al ritmo de la música. Para ellos, la presión de participar puede resultar incómoda, generando ansiedad o inseguridad en lugar de disfrute.

La resistencia al baile no siempre se debe simplemente a que no gusta. De acuerdo con especialistas en psicología, existen múltiples factores que pueden influir, como la genética, la historia personal, el nivel de autoestima e incluso el contexto cultural. Es decir, no se trata solo de una elección consciente, sino de una combinación de factores internos y sociales que afectan la comodidad al momento de bailar.

La incomodidad al moverse en público muchas veces está vinculada con el miedo a ser juzgados o ridiculizados, sobre todo en entornos donde la persona no se siente segura. En lugar de disfrutar, predomina la preocupación por la imagen personal: si lo están haciendo bien, cómo se ven o si alguien se burlará. Esto refuerza la decisión de evitar el baile por completo.

Un estudio de la Universidad de Tennessee, publicado en la revista Nature Human Behaviour, demostró que la habilidad para coordinar movimientos con la música tiene una base genética. Esto implica que algunas personas nacen con mayor facilidad para bailar, lo cual afecta directamente el grado de disfrute que experimentan al hacerlo.

Los investigadores aclararon que no se hereda el gusto por el baile, sino que algunas personas poseen una mejor disposición física y neurológica para sincronizarse con el ritmo. Quienes carecen de esta habilidad pueden sentirse torpes al intentarlo, lo que afecta su autoestima y refuerza la idea de que no disfrutan bailar.

Esto no implica que quienes no bailan sean aburridos o tengan menos habilidades sociales. Muchas veces, la falta de disposición para bailar es consecuencia de experiencias negativas previas, como haber sido objeto de burlas, o de haber crecido en un entorno donde el baile no formaba parte de la vida cotidiana.