El niño del Bronx que se convirtió en el “Malo” de la salsa antes de ser mayor de edad
En el mundo de la salsa, hay nombres que son pilares, y uno de ellos es Willie Colón. Su música es la banda sonora de fiestas, reuniones familiares y bailes que han unido a generaciones. Pero detrás de éxitos como “Aguanilé” o “El Gran Varón” se esconde la historia de un joven prodigio, un “chamacón” del Bronx que, antes de cumplir la mayoría de edad, ya estaba cambiando las reglas del juego musical.
Nacido en un barrio bravo de Nueva York, William Anthony Colón Román no tuvo una infancia sencilla. En un entorno donde había que hacerse respetar, la música se convirtió en su lenguaje y en su escudo. Su abuela fue una figura clave, inculcándole el amor por sus raíces puertorriqueñas y su música, un tesoro que Willie transformaría años después.

Un trombón para imponer respeto
Desde muy joven, Willie Colón mostró un interés inusual por la música. Empezó con la trompeta, pero pronto la cambió por un instrumento más imponente: el trombón. Él mismo ha contado que eligió este instrumento porque era “grande y ruidoso”, perfecto para hacerse notar en las calles del sur del Bronx.
Con tan solo 12 años ya dominaba el trombón con una destreza sorprendente. Su sonido no era pulcro ni refinado como el de las grandes orquestas; era crudo, callejero y lleno de energía. Era el sonido de una nueva generación de latinos en Nueva York.
El descubrimiento de Fania y el nacimiento de “El Malo”
A los 15 años, mientras ya lideraba su propia banda, fue descubierto por Johnny Pacheco, cofundador del sello Fania Records. Pacheco vio en ese adolescente un potencial revolucionario y no dudó en firmarlo.

A los 17 años, en 1967, Willie Colón lanzó su primer álbum: “El Malo”. El título y la portada, donde posaba como un gánster, eran una declaración de principios. Este álbum sentó las bases de lo que se conocería como “salsa dura”. A esa edad, ya era el líder, arreglista y visionario de su propio proyecto.
La unión con Héctor Lavoe: la dupla perfecta
Pacheco sintió que faltaba una pieza clave: un cantante. Fue entonces cuando le presentó a Héctor Pérez, más tarde Héctor Lavoe.
La combinación fue explosiva. Willie era el director disciplinado, el genio musical con visión clara. Héctor era el “Cantante de los Cantantes”, un sonero nato con voz única e improvisación inigualable. Juntos, crearon álbumes históricos como “Cosa Nuestra”, “La Gran Fuga” y los “Asaltos Navideños”.

De líder de orquesta a productor visionario
Tras su etapa con Lavoe, Colón se convirtió en uno de los productores y arreglistas más solicitados de la Fania. Fue la mente detrás de “Siembra” (1978) de Rubén Blades, el disco de salsa más vendido de la historia.
También produjo para Celia Cruz y colaboró con Héctor Lavoe en su etapa solista. Willie Colón demostró que aquel niño prodigio del Bronx no solo sabía tocar un instrumento, sino que entendía la música desde sus cimientos, dejando una huella imborrable en la cultura latina.
