8 de noviembre de 1519: El día que Tenochtitlan conoció a Hernán Cortés
El 8 de noviembre de 1519 es una fecha grabada en la historia de México. Ese día, el tlatoani mexica Moctezuma Xocoyotzin y el conquistador español Hernán Cortés se encontraron por primera vez en uno de los accesos a la majestuosa ciudad de México-Tenochtitlan. Este suceso no fue una batalla, sino un encuentro diplomático cargado de tensión, curiosidad y presagios, que marcó el inicio del capítulo final para el imperio mexica y el comienzo de la configuración de un nuevo mundo.

El largo camino hacia el corazón del imperio
Para entender la importancia de ese día, es necesario retroceder varios meses. Hernán Cortés había desembarcado en las costas de lo que hoy es Veracruz en abril de 1519, desobedeciendo las órdenes del gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Desde su llegada, su objetivo fue claro: avanzar hacia el centro del territorio para conocer y, eventualmente, someter al poderoso imperio del que tanto hablaban los pueblos costeros.

Durante su travesía, Cortés y sus hombres no estuvieron solos. Su avance fue posible gracias a una compleja red de alianzas estratégicas con pueblos indígenas que eran tributarios o enemigos directos de los mexicas. El pacto más significativo fue con los tlaxcaltecas, un señorío que había resistido durante décadas el dominio de Tenochtitlan. Tras un enfrentamiento inicial, los tlaxcaltecas se convirtieron en sus aliados más importantes, proporcionando miles de guerreros que acompañaron a las tropas españolas en su marcha.
El encuentro en la calzada de Iztapalapa
La mañana del 8 de noviembre, el ejército compuesto por españoles, tlaxcaltecas y otros aliados indígenas avanzó por la calzada de Iztapalapa, una de las principales vías que conectaban la tierra firme con la isla de Tenochtitlan. Las crónicas de la época, como las de Bernal Díaz del Castillo, describen el asombro de los recién llegados al contemplar la imponente ciudad construida sobre el agua, con sus enormes templos, palacios y un bullicio que evidenciaba su grandeza.

El punto exacto del encuentro fue Huitzilan, un lugar donde se unían las calzadas. Allí, Moctezuma Xocoyotzin, el gobernante más poderoso de Mesoamérica, salió a recibir a los extranjeros. El tlatoani era transportado en un fastuoso palanquín, adornado con plumas de quetzal, oro y piedras preciosas. Vestía ropajes ceremoniales y caminaba sobre mantas que sus súbditos extendían para que sus pies no tocaran el suelo.

Cortés, por su parte, se acercó a caballo. Según los relatos, intentó abrazar a Moctezuma, un gesto que fue impedido por los nobles mexicas, ya que su gobernante era considerado una figura semidivina a la que no se podía tocar. A cambio, se produjo un intercambio de regalos: Cortés le ofreció a Moctezuma un collar de cuentas de vidrio, mientras que el tlatoani le entregó collares de oro y joyas.
Una hospitalidad llena de tensión
Tras el saludo formal, Moctezuma guio a los españoles hacia el interior de la ciudad. Los alojó en el Palacio de Axayácatl, un complejo de edificaciones que había pertenecido a su padre. Durante los días siguientes, los españoles vivieron como huéspedes en el corazón del imperio. Recorrieron la ciudad, maravillándose con el mercado de Tlatelolco, la organización social y la monumentalidad del Templo Mayor.

Sin embargo, esta convivencia pacífica era frágil. Los españoles eran conscientes de su vulnerabilidad, rodeados por miles de guerreros mexicas. Por su parte, Moctezuma y la nobleza mexica intentaban descifrar las verdaderas intenciones de los visitantes. La estancia de los españoles en el palacio se convirtió en una especie de cautiverio dorado para el propio Moctezuma, quien poco después fue retenido por Cortés como una garantía de seguridad.
El principio del fin de una era
El encuentro del 8 de noviembre de 1519 no fue la conquista en sí misma, pero sí el catalizador que desató los eventos posteriores. La presencia española en Tenochtitlan generó un descontento creciente entre la población y la nobleza mexica, que culminaría meses después con la matanza del Templo Mayor ordenada por Pedro de Alvarado, la sublevación del pueblo, la muerte de Moctezuma y la posterior huida de los españoles en el episodio conocido como la “Noche Triste”.

Aquel día marcó el punto de no retorno. Fue el momento en que dos visiones del mundo, dos ejércitos y dos líderes se vieron cara a cara, iniciando un proceso de confrontación, negociación y violencia que, casi dos años después, el 13 de agosto de 1521, concluiría con la caída de México-Tenochtitlan y el inicio del periodo virreinal.






