El Chismecito de los Propósitos: La Lista de Promesas que Hacemos Cada Año Nuevo
Termina el maratón Guadalupe-Reyes, nos despedimos del último bocado de recalentado y, con la pancita llena y el corazón contento, llega ese momento mágico de reflexión: el Año Nuevo. Es la hora de sacar la hoja de papel (o las notas del celular) y hacer esa lista de promesas que, con toda la fe del mundo, juramos que esta vez sí vamos a cumplir.
Cada año, millones de personas se unen en un ritual de esperanza, escribiendo metas que transformarán sus vidas. Pero, seamos honestos, muchas de estas listas parecen copiadas de un año a otro. Aquí te contamos, con un poco de humor, cuáles son esos propósitos que nunca faltan en la lista de medio mundo.
“Ahora sí, me pongo a dieta y voy al gym”
Este es el campeón indiscutible, el propósito número uno en todas las listas. Después de los tamales, el ponche, el pavo y los romeritos, la báscula se convierte en nuestra enemiga y la ropa parece que se encogió misteriosamente. La promesa es clara: “El 2 de enero empiezo la dieta de la lechuga y me inscribo al gimnasio”.
Los gimnasios se llenan la primera semana de enero con gente llena de energía y ropa deportiva nueva. Para febrero, el lugar empieza a vaciarse y solo quedan los de siempre. La membresía se queda guardada en la cartera como un recuerdo de lo que pudo ser, mientras el puesto de garnachas de la esquina nos saluda con cariño.
“Este año sí ahorro, ¡lo juro por la virgencita!”
Diciembre y sus gastos nos dejan la cartera temblando. Por eso, uno de los grandes propósitos es “ser más administrado” y empezar a ahorrar. Se compran alcancías, se abren cuentas de ahorro y se hace la promesa de no gastar en “cositas” innecesarias.
El plan funciona de maravilla hasta que pasamos por el mercado y vemos esa blusa que “nos estaba llamando”, o cuando sale una oferta “que no podemos dejar pasar”. La frase “para eso trabajo” se convierte en nuestro lema y el ahorro se pospone para el siguiente mes… o para el siguiente año.
“Voy a aprender algo nuevo (casi siempre es inglés)”
“Este año sí aprendo inglés para entender las canciones que me gustan”. Este es otro clásico. Se descargan aplicaciones, se compran cuadernos y se practican las primeras frases: “Hello, how are you?”. La motivación está a tope durante los primeros días.
Sin embargo, entre el trabajo, la casa y los niños, encontrar el tiempo se vuelve una misión imposible. El cuaderno se queda arrumbado y la aplicación nos manda notificaciones que ignoramos con maestría. Al final, nos conformamos con seguir cantando las canciones en un inglés inventado que solo nosotros entendemos.
“Le voy a bajar dos rayitas al estrés y al enojo”
“Seré más paciente”, “no me voy a enojar por el tráfico”, “voy a ser más positivo”. Este propósito busca la paz mental, un tesoro en medio del ajetreo diario. La idea es respirar profundo, contar hasta diez y no dejar que las pequeñas cosas nos saquen de nuestras casillas.
Este noble objetivo suele durar hasta el primer embotellamiento de la semana, hasta que el vecino pone la música a todo volumen o hasta que los hijos deciden que la pared es el mejor lienzo para sus obras de arte. La paciencia se agota y prometemos volver a intentarlo… mañana.
“Pasaré más tiempo de calidad con la familia”
Después de las fiestas, nos damos cuenta de lo importante que es estar con nuestros seres queridos. Por eso, prometemos visitar más a los papás, jugar más con los hijos y organizar más reuniones familiares. Es un propósito lleno de buenas intenciones y mucho amor.
Aunque es uno de los más sinceros, la rutina diaria a menudo nos absorbe. El trabajo se alarga, surgen compromisos y las visitas se van espaciando. No es por falta de ganas, sino porque el día a día a veces nos rebasa. Aún así, es una meta que siempre vale la pena tener presente.
Al final, más allá de si los cumplimos o no, los propósitos de Año Nuevo son un recordatorio de nuestra capacidad para soñar y de la esperanza que depositamos en un futuro mejor. Así que, si tu lista de este año se parece a la del anterior, no te preocupes. ¡Bienvenida al club!






