¿Por qué todos tenemos un cajón del desastre? La ciencia del “por si acaso”

Kenia Espinosa

2025-10-13

La anatomía de un cajón de tiliches: un universo de cables que no cargan nada y pilas con media vida.

El cajón de los tiliches: El agujero negro que todos tenemos en casa

En cada hogar, sin importar su tamaño, existe un lugar que desafía las leyes de la física y el orden. No es un cuarto secreto ni un armario embrujado. Es algo mucho más común y, a la vez, más misterioso: el cajón de los “tiliches”. Ese rincón sagrado del desorden, ese portal a un pasado lleno de objetos sin propósito aparente, ese agujero negro que se traga todo lo que no tiene un lugar definido.

Usted sabe de qué hablamos. Es el primer lugar donde busca cuando no encuentra algo, y el último donde admite que podría estar. Abrirlo es iniciar una expedición arqueológica sin mapa. Adentro no hay tesoros de oro, pero sí reliquias de nuestra vida cotidiana que se negaron a ser tiradas a la basura.

La anatomía de un cajón de tiliches: ¿Qué vive ahí dentro?

 Una persona abriendo un cajón de tiliches moderno con medicinas, herramientas y objetos personales sin organizar.

Aunque cada cajón es un universo único, existen ciertos “especímenes” que son universales. Si usted se atreve a explorar el suyo, es casi seguro que encontrará al menos cinco de los siguientes artefactos:

  1. El cementerio de cables: Un enredo de cargadores de celulares que ya no existen, cables USB de cámaras digitales de 2005 y cables de audio y video (rojo, blanco y amarillo) que no han sido conectados a nada en más de una década. Nadie sabe para qué sirven, pero tirarlos se siente como un sacrilegio.
  2. Las pilas “por si acaso”: Una colección de baterías de todos los tamaños (AA, AAA, C, D) que fueron retiradas de controles remotos y juguetes porque “ya no daban para mucho”. No están nuevas, pero tampoco están completamente muertas. Viven en un limbo energético, esperando una emergencia que nunca llega.
  3. Tornillos y llaves Allen huérfanos: Restos de muebles que armamos hace años. Hay tornillos, tuercas y esas misteriosas llavecitas en forma de “L”. El mueble quizás ya ni exista, pero estas piezas perduran como un recordatorio de nuestro esfuerzo en el arte del “hágalo usted mismo”.
  4. Menús de comida para llevar: Una pila de folletos pegajosos de pizzerías, restaurantes chinos y pollerías del barrio. La mayoría están desactualizados, con precios de hace cinco años, pero ahí siguen, como un archivo histórico de la gastronomía local.
  5. Manuales de instrucciones: El manual de la licuadora, de la plancha, del microondas e incluso de un reproductor de DVD. Nunca los leímos cuando compramos el aparato, pero ahora los guardamos con una lealtad inexplicable.

La psicología del “por si acaso”: ¿Por qué guardamos tanta cosa?

Este fenómeno no es simple desorden; tiene una explicación. Los psicólogos y expertos en organización coinciden en que el cajón de los tiliches es el resultado de tres factores principales:

Cajón de cocina desordenado con utensilios mezclados, el equivalente culinario al cajón de los tiliches.
  • El pensamiento mágico del “por si acaso”: Es la vocecita en nuestra cabeza que nos dice: “¿Y si un día necesito este tornillo específico? ¿Y si este cable es para algo importante?”. Es una forma de prepararnos para un futuro hipotético que casi nunca se materializa.
  • El valor sentimental: A veces, los tiliches son pequeños recuerdos. El boleto del concierto al que fuimos, la pulsera de un evento, una nota arrugada. No son lo suficientemente importantes para un álbum de fotos, pero sí para merecer un lugar en el limbo del cajón.
  • La simple pereza de decidir: Tirar algo requiere tomar una decisión. Guardarlo en el cajón de los tiliches es posponer esa decisión indefinidamente. Es más fácil y rápido arrojarlo ahí y cerrar la puerta.

El ciclo sin fin: Intentar ordenar el cajón

Cada cierto tiempo, nos armamos de valor. Con una bolsa de basura en mano, abrimos el cajón con la firme intención de limpiarlo. El proceso siempre es el mismo: sacamos todo, lo miramos con extrañeza, nos preguntamos cómo acumulamos tanto y, al final, terminamos guardando el 90% de las cosas de nuevo, “por si acaso”.

Una persona abriendo un cajón de tiliches moderno con medicinas, herramientas y objetos personales sin organizar.

Quizás el cajón de los tiliches no es un problema a resolver, sino una característica de nuestro hogar. Es un pequeño museo de nuestra vida desordenada, un mapa de intenciones olvidadas y de futuros posibles. Es el caos organizado que, de alguna manera, nos pertenece.

Y usted, ¿qué es lo más raro que guarda en su cajón de los tiliches?

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