En el mundo de la música latina existen artistas cuyas historias parecen sacadas de un guion. Son juglares modernos que, a través de sus letras, narran la vida, el amor y, en algunos casos, hasta su propio destino. Uno de ellos fue Fernando Borrego Linares, mejor conocido como Polo Montañez, un músico cubano que enamoró a millones con su sencillez y que, sin saberlo, compuso la crónica de su propia despedida.
Su voz y sus canciones, como el inolvidable éxito “Un montón de estrellas”, se quedaron grabadas en la memoria de toda una generación. Pero detrás de su fama tardía se esconde la historia de un hombre de campo que presentía que su tiempo en este mundo sería corto.
¿Quién fue Polo Montañez, el “Guajiro Natural”?
Polo Montañez no creció rodeado de los lujos de la fama; su vida comenzó en la humildad de Candelaria, un pequeño pueblo en Cuba. Se definía a sí mismo como un “Guajiro Natural”, un hombre del campo que trabajaba la tierra, conocía la madera y entendía el canto de las aves. Fue su padre quien le enseñó a tocar la guitarra, el instrumento que se convertiría en su compañero inseparable.
Durante años, Polo compuso canciones que guardaba para sí mismo, convencido de que no tenían valor y que nunca sonarían en la radio. Su primera composición data de 1972, pero tuvieron que pasar más de dos décadas para que su talento fuera descubierto. El responsable fue José da Silva, un productor francés que también trabajaba con la legendaria Cesária Évora.
Da Silva vio en Polo un diamante en bruto y lo convenció de grabar su primer disco, “Guajiro Natural”. El álbum se convirtió en un fenómeno, especialmente en países como Colombia, donde la canción “Un montón de estrellas” se volvió un himno que sonaba en todas las fiestas y estaciones de radio. A sus más de 40 años, Polo Montañez alcanzaba un éxito que nunca había imaginado.
Las canciones que no sabías que eran de su autoría
El talento de Polo Montañez no se limitó a sus propias interpretaciones. Su habilidad para componer lo llevó a crear éxitos para algunas de las figuras más grandes de la salsa, quienes encontraron en sus letras una sensibilidad única.
Uno de los temas más conocidos es “Flor Pálida”, una canción que se popularizó a nivel mundial en la voz de Marc Anthony. Del mismo modo, el “Caballero de la Salsa”, Gilberto Santa Rosa, grabó “Sombra Loca”, otra joya musical nacida de la inspiración del Guajiro Natural. Estas colaboraciones demostraron que su genio como compositor trascendía fronteras y géneros.
“La Última Canción”: Crónica de una despedida anunciada
Cuando el éxito parecía sonreírle de manera definitiva, Polo Montañez comenzó a trabajar en su segundo álbum, “Guitarra Mía”. Fue durante este proceso que compuso un tema que, con el tiempo, adquiriría un significado sobrecogedor: “La Última Canción”.
En la letra, Polo reflexiona sobre cómo sería esa composición final, una especie de testamento musical. Poco tiempo después de grabar la maqueta de esta canción, el destino intervino de manera abrupta. El 20 de noviembre de 2002, el vehículo en el que viajaba sufrió un grave accidente en una carretera de Cuba. Tras seis días en estado crítico, Polo Montañez falleció el 26 de noviembre de 2002, a los 47 años.
El disco salió al mercado de manera póstuma y, al escuchar “La Última Canción”, el público y la crítica entendieron el tema como una despedida premonitoria. Parecía que el juglar místico, el hombre conectado con la naturaleza, había presentido que su voz no duraría mucho tiempo más. Su partida dejó un vacío inmenso, pero también un legado de canciones que siguen tocando el corazón de quienes las escuchan.
