Palomitas de maíz: El secreto de su origen mexicano y por qué son la botana preferida del cine
El olor a mantequilla impregna el aire y el sonido crujiente nos transporta inmediatamente a una sala de cine o a una tarde de películas en casa. Las palomitas de maíz son mucho más que una simple botana; son una experiencia. Pero detrás de cada grano que explota se esconde una historia milenaria con raíces en México, una ciencia fascinante y una tradición que nació de la necesidad.

Aunque hoy las asociamos con el entretenimiento, en sus inicios, las palomitas eran utilizadas en ceremonias e incluso como joyería. Con el tiempo, pasaron de ser un alimento ritual a convertirse en el acompañante indispensable de la pantalla grande.
Un viaje al pasado: El origen mexicano de las palomitas
Mucho antes de que existieran las salas de cine, el maíz palomero ya era conocido y cultivado en nuestro país. Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han encontrado evidencia de su existencia en cuevas de Tehuacán, Puebla, que datan de hace más de 5,000 años.

En la época prehispánica, las palomitas, conocidas en náhuatl como momochtli, no se comían como una botana casual. Según crónicas como las de Fray Bernardino de Sahagún, se utilizaban de formas muy especiales: las mujeres las usaban para adornar sus cabezas en forma de guirnaldas durante las ceremonias, y también se arrojaban sobre los altares como ofrendas a los dioses, especialmente a Tláloc, el dios de la lluvia.
La ciencia detrás del “pop”: ¿Por qué explota el maíz?
No cualquier tipo de maíz sirve para hacer palomitas. Se necesita una variedad específica llamada Zea mays everta. La magia de su explosión se debe a una combinación perfecta de tres elementos dentro de cada grano:

- Una cáscara dura e impermeable (pericarpio): Esta cubierta sella el interior del grano a la perfección.
- Un interior almidonado (endospermo): Es el “relleno” blanco y suave que comemos.
- Una pequeña gota de agua: Cada grano contiene entre un 13% y un 14% de humedad en su interior.

Cuando calentamos el grano, esa gota de agua se convierte en vapor. La presión dentro de la cáscara aumenta hasta que, alrededor de los 180 °C, la cáscara no puede más y explota. El almidón del interior se expande y se solidifica al contacto con el aire, creando la forma esponjosa que todos conocemos. Existen principalmente dos formas: “mariposa” (irregular y con alas, ideal para que se le pegue la mantequilla) y “champiñón” (redonda y densa, usada para cubrir con caramelo).
¿Son realmente un antojo saludable?
Aquí viene la gran pregunta. La respuesta es: depende. Las palomitas de maíz, en su forma natural, son sorprendentemente saludables. Son un grano integral, lo que significa que son ricas en fibra, lo cual ayuda a la digestión. Además, contienen antioxidantes llamados polifenoles, que combaten el daño celular.

El problema no es la palomita, sino lo que le agregamos. Las palomitas preparadas con aire caliente y una pizca de sal son un snack nutritivo y bajo en calorías. Sin embargo, las versiones de microondas o las que compramos en el cine suelen estar cargadas de mantequilla, aceites, sal en exceso y saborizantes artificiales, lo que las convierte en una bomba de calorías y grasas saturadas.
La historia de una tradición: ¿Por qué las comemos en el cine?
La asociación entre las palomitas y el cine es una historia de éxito nacida en la Gran Depresión de Estados Unidos en los años 30. En esa época, el cine era un lujo accesible, pero las golosinas que vendían dentro eran caras. Vendedores ambulantes astutos se dieron cuenta de que podían vender bolsas de palomitas, que eran muy baratas de producir, a la gente que hacía fila para entrar a las salas.

Al principio, los dueños de los cines se resistían a permitir la entrada de esta botana “ruidosa y sucia”. Sin embargo, pronto se dieron cuenta del enorme negocio que estaban perdiendo. Decidieron instalar sus propias máquinas y descubrieron que las ganancias por la venta de palomitas eran inmensas, a veces incluso mayores que las de las entradas. Así nació una tradición que perdura hasta hoy.






