Charanga 76: La historia de la orquesta de Nueva York que conquistó a los bailadores
La historia de la música latina en Estados Unidos tiene capítulos escritos con notas de violines y flauta que marcaron una época. Uno de ellos es el de la Charanga 76, una agrupación que, contrario a la creencia popular, no nació en las soleadas calles de Miami, sino en la vibrante y diversa ciudad de Nueva York. Su sonido, una mezcla de tradición cubana con la modernidad neoyorquina, se convirtió en un referente para los bailadores y dejó un legado que perdura.
El sueño de un músico cubano en Nueva York
Para entender el origen de la Charanga 76, es necesario hablar de Felipe “El Pipo” Martínez. Nacido en Ranchuelo, Cuba, Martínez llegó a Estados Unidos en 1956, a la edad de trece años. Su amor por la música popular cubana lo llevó a seguir de cerca a las grandes orquestas que hacían bailar a la comunidad latina en Nueva York y Nueva Jersey.
A finales de la década de 1950, “Pipo” Martínez, ya inmerso en la escena musical, comenzó a absorber las nuevas influencias que sonaban en la radio estadounidense: el soul, el jazz y otros ritmos modernos. Fue entonces cuando concibió la idea de renovar la música tradicional cubana, dándole un toque más contemporáneo. Sentía que al formato de charanga, con su base de violines y flauta, le hacía falta un componente que conectara con las nuevas generaciones.
1976: El nacimiento de un sonido diferente
Después de más de una década tocando en diversos clubes y salones de Nueva York y Nueva Jersey, Felipe Martínez decidió materializar su visión. En 1975, comenzó a formar un grupo con jóvenes músicos, pero fue en 1976 cuando el proyecto se consolidó bajo el nombre de Charanga 76.
La propuesta musical era novedosa. Martínez buscaba explorar nuevas armonías, juegos vocales y contracantos que refrescaran el sonido clásico. La agrupación se distinguió por ser una de las primeras charangas en incorporar coros en armonía y falsete, y por adaptar baladas a ritmos más bailables como el son y la guaracha.
La formación original contaba con músicos talentosos que fueron clave para definir su identidad. Entre ellos destacaba la flautista judío-americana Andrea Brachfeld, una figura innovadora en un ambiente predominantemente masculino. Brachfeld, graduada de la Manhattan School of Music, aportó una destreza y un estilo que se convirtieron en sello de la orquesta. En las voces, un joven dúo comenzaba a destacar: Hansel Martínez y Raúl Alfonso, quienes más tarde alcanzarían la fama por su cuenta.
“Soy”: La canción que los catapultó al éxito
El primer álbum de la Charanga 76, lanzado en 1976 bajo el sello TR Records de Tito Rodríguez, incluyó el tema que los llevaría a la fama: “Soy”. La historia de esta canción es particular. Originalmente, era una balada compuesta por el cantautor cubano Willy Chirino, que había sido grabada por su esposa, la cantante Lissette Álvarez.
Chirino le envió la canción en un casete a su amigo Hansel Martínez. Hansel, a su vez, se la presentó a “Pipo” Martínez, sugiriéndole que la grabaran. La orquesta, con arreglos de Mike García y la voz principal de Ronnie Baró, transformó la balada en una pieza bailable que conectó inmediatamente con el público. La versión de la Charanga 76 se convirtió en un éxito rotundo, superando en popularidad a la original y estableciendo a la orquesta como una de las más importantes de la escena salsera de Nueva York.
El legado y la transición a Hansel y Raúl
Tras el éxito de “Soy”, la Charanga 76 continuó cosechando triunfos con temas como “Kuku-Cha Ku-Cha”, “Wanda” y la versión en español del éxito “Ain’t No Stopping Us Now” (“No Nos Pararán”). La orquesta se mantuvo activa, pero a finales de los años 80, Hansel Martínez y Raúl Alfonso decidieron dejar la banda para iniciar su propia carrera como dúo.
Ya como Hansel y Raúl, se establecieron en Miami, donde continuaron desarrollando su estilo, fusionando el sonido charanguero con secciones de metales y logrando éxitos internacionales como “María Teresa y Danilo”. Esta etapa consolidó su fama, y es probablemente la razón por la que mucha gente asocia el origen de todo el proyecto musical con la ciudad de Florida y no con Nueva York.
A pesar de los cambios, la Charanga 76, bajo la dirección de “Pipo” Martínez, siguió adelante, manteniendo vivo el ritmo que los hizo famosos. Su historia es un testimonio de innovación, de la fusión de culturas y de cómo una idea nacida en la Gran Manzana, inspirada en la nostalgia cubana, pudo crear un sonido universal que sigue invitando a la pista de baile.






