El error de un millón de dólares: La película que marcó el principio del fin para Fania Records
En la historia de la música latina, pocos nombres brillan con la misma intensidad que Fania Records. Fue el sello que le dio un sonido y un rostro a la salsa, convirtiéndola en un fenómeno mundial. Sin embargo, como en toda gran historia, hubo un momento en que el gigante comenzó a tropezar. Ese tropiezo tuvo nombre de película: “The Last Fight”, una apuesta millonaria de su cofundador, Jerry Masucci, que pondría en jaque a todo el imperio salsero.

Para entender la magnitud de este error, primero hay que recordar el momento dorado que vivía la Fania a finales de los años 70 y principios de los 80, impulsada por una dupla imparable: Willie Colón y Rubén Blades.
El éxito de “Siembra” y la creación de la “salsa intelectual”
Desde que Willie Colón y Rubén Blades comenzaron a trabajar juntos, su carrera fue un cohete en ascenso. El álbum “Metiendo Mano!” (1977) abrió las puertas a un éxito que explotaría un año después con “Siembra” (1978). Esta producción no solo fue un disco, fue un terremoto cultural.

Con canciones como “Pedro Navaja”, “Plástico” y “Siembra”, el dúo creó lo que muchos llamaron la “salsa intelectual”: letras con un profundo contenido social que narraban las historias del barrio y de la gente. El éxito fue descomunal. En una entrevista, el propio Rubén Blades comparó el impacto de “Siembra” con el de The Beatles, afirmando que fue un “terremoto que se sintió en toda América”. El álbum se convirtió en el más vendido en la historia de la salsa, con ventas millonarias que llevaron al género a un nivel nunca antes visto.
La apuesta por el cine: “The Last Fight”
Con el dúo Colón-Blades en la cima del mundo, Jerry Masucci, el visionario detrás de Fania, decidió que era momento de dar el siguiente paso: conquistar el cine. En 1983, bajo el sello “Jerry Masucci Films”, estrenó la película “The Last Fight” (La Última Pelea).
La idea parecía infalible: poner a sus dos artistas más vendedores, Willie Colón y Rubén Blades, como protagonistas de una película de boxeo. La inversión fue millonaria, y Masucci no solo fue el productor, sino también el escritor y codirector. Para acompañar el lanzamiento, se produjo un álbum con la banda sonora de la película, que incluía temas como “Yo Puedo Vivir del Amor”, una composición del cantautor José Feliciano.
Un fracaso que puso de rodillas al imperio
A pesar de que el dúo estaba en su mejor momento, la película fue un rotundo fracaso en taquilla. La millonaria inversión se fue al tacho, y las pérdidas económicas significaron un golpe devastador para Fania Records.
El impacto fue inmediato y brutal. Según el melómano Rigoberto Villalta, hasta el año 1982, Fania producía un promedio de un disco por semana, es decir, entre 50 y 52 álbumes al año. Tras el fracaso de “The Last Fight”, en 1983, el sello solo pudo publicar 12 discos en todo el año. La pérdida millonaria había secado las finanzas de la compañía.

Este fracaso fue uno de los factores clave que aceleraron la caída de Fania. La situación se complicó con la arremetida de la música disco, una fallida alianza con Columbia Records para entrar al mercado anglosajón y el crecimiento de sellos competidores como TH Records.
El fin de una era
Aunque Masucci intentó una revancha en el cine con otra película llamada “Vigilante”, que también fracasó, el daño ya estaba hecho. Poco a poco, se fue alejando del negocio de la salsa, dejando la administración de Fania en manos de Víctor Gallo.
La crisis económica también tensó la relación entre Willie Colón y Rubén Blades, quienes ya enfrentaban diferencias creativas y de ego. El álbum “Canciones del Solar de los Aburridos” (1981), a pesar de tener buenas ventas, sufrió la censura en radio de su tema “Tiburón” por su letra de denuncia política, lo que afectó su difusión.

Al final, como diría el gran Héctor Lavoe, “todo tiene su final”. El error de apostar por el cine fue uno de los clavos en el ataúd del sello que hizo bailar al mundo. Aunque la música de la Fania es inmortal, su imperio no lo fue, y la historia de “The Last Fight” quedó como un recordatorio de que incluso los más grandes pueden caer.






