Hoy no es un día cualquiera: celebramos que la comida mexicana es patrimonio mundial

Kenia Espinosa

2025-11-16

Imagen Nota Sabrosa

La razón por la que tu pozole es considerado un tesoro de la humanidad

Cada 16 de noviembre, México se viste de manteles largos para celebrar uno de sus más grandes orgullos: su gastronomía. Esta no es una fecha cualquiera; se conmemora el día en que, en 2010, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró a la cocina tradicional mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Este reconocimiento pone a nuestros platillos, desde el mole de la abuela hasta los tacos al pastor de la esquina, en la misma categoría que otras grandes tradiciones mundiales. Es una celebración que nos recuerda que nuestra comida es mucho más que un simple alimento: es historia, es familia y es cultura.

¿Qué significa ser Patrimonio de la Humanidad?

Cuando la UNESCO le da este título a algo, significa que lo considera un tesoro que pertenece a todo el mundo y que debe ser protegido para las futuras generaciones. En el caso de la gastronomía mexicana, el reconocimiento no fue solo por lo rico de los platillos, sino por todo el universo que los rodea.

La UNESCO reconoció que la cocina mexicana es un modelo cultural completo que incluye rituales, conocimientos prácticos antiguos, técnicas culinarias y costumbres comunitarias. Es decir, valoró desde la forma en que se siembra y cosecha el maíz (la milpa), hasta las recetas que pasan de madres a hijas y la manera en que la comida nos une en fiestas como el Día de Muertos o las posadas.

Maíz, frijol y chile: los pilares de nuestra identidad

La base de esta cocina reconocida mundialmente se sostiene sobre tres ingredientes fundamentales que los mexicanos hemos cultivado por siglos: el maíz, el frijol y el chile. Esta “santísima trinidad” no solo es la base de nuestra dieta, sino de nuestra cultura.

El maíz, a través del proceso de nixtamalización (cocer el grano con cal), se transforma en la masa para las tortillas, sopes, tlacoyos y tamales que nos alimentan todos los días. Esta técnica, desarrollada por nuestros antepasados prehispánicos, es única en el mundo y permite que el cuerpo aproveche mejor los nutrientes del grano. El frijol aporta la proteína y el chile, con sus cientos de variedades, da ese sabor y picor que caracteriza a nuestros platillos.

Un mosaico de sabores que recorre todo México

Hablar de “comida mexicana” es hablar de una enorme diversidad. La gastronomía de nuestro país no es una sola, sino un conjunto de cocinas regionales, cada una con sus propios ingredientes, técnicas y platillos estrella.

En Oaxaca, reinan los siete moles con sus sabores complejos y profundos. En la península de Yucatán, la cochinita pibil, cocinada bajo tierra, es la protagonista. En el norte, la carne asada y el cabrito son una tradición. Y en el centro del país, los pambazos, el pozole y la infinita variedad de antojitos callejeros nos hacen felices a diario. Esa riqueza es parte de lo que la UNESCO celebró.

La cocina que une a la familia y a la comunidad

Quizás el elemento más importante de nuestra gastronomía es su capacidad para unirnos. La cocina es el corazón del hogar y el centro de nuestras celebraciones. Preparar los tamales para la Candelaria, el pavo para Navidad o el mole para un bautizo son actividades que involucran a toda la familia.

La comida es un acto de amor, un “apapacho al corazón”. Es la ofrenda que ponemos a nuestros difuntos, el platillo que cura la “cruda” y el pretexto perfecto para juntarnos a platicar y a bailar. Por todo esto, el 16 de noviembre es un día para sentirnos profundamente orgullosos de nuestras raíces y de los sabores que nos dan identidad en todo el mundo.

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