El Itacate: La Historia del ‘Taco’ que te Dan en las Fiestas y su Origen Prehispánico
Todos hemos estado en esa situación: la fiesta está por terminar, la música baja de volumen y, mientras te despides, la anfitriona aparece con un plato y una orden directa desde el corazón: “¡No te vayas sin tu itacate!”. Ese gesto, tan mexicano y tan lleno de cariño, es mucho más que simplemente darte las sobras; es una tradición ancestral que nació en nuestras tierras mucho antes de la llegada de los españoles.
Ese taquito de mole, esa rebanada de pastel en una servilleta o ese recipiente de crema reutilizado y lleno de comida es, en realidad, un pedacito de nuestra historia.
El Origen Prehispánico: El “Itacatl” de los Viajeros
Para entender de dónde viene esta costumbre, tenemos que viajar en el tiempo. La palabra itacate es una adaptación al español de la palabra náhuatl “itacatl”. En el México prehispánico, el itacatl era una especie de morral o bolsa hecha de palma o ixtle que los hombres, especialmente los viajeros y comerciantes (pochtecas), llevaban consigo en sus largas travesías.

Dentro de su itacatl, cargaban las provisiones necesarias para el camino: tortillas, granos de maíz, frijoles, pinole o carne seca. Era, literalmente, su “comida para llevar”, su sustento para poder cumplir con sus jornadas.
De Provisión de Viaje a Gesto de Cariño en las Fiestas
Con la llegada de los españoles y el paso de los siglos, el significado de la palabra se transformó, pero la esencia de “provisión para el camino” se mantuvo. La tradición evolucionó de ser una necesidad para los viajeros a convertirse en un gesto de generosidad y afecto por parte de los anfitriones de una fiesta.
Cuando alguien organiza una celebración en México, es común que se prepare comida en abundancia. Ofrecer un itacate al final de la fiesta tiene un doble propósito maravilloso: por un lado, se asegura de que no se desperdicie la comida y, por el otro, es una forma de decirle al invitado: “Gracias por venir, quiero que el sabor de mi fiesta te acompañe hasta tu casa y lo disfrutes mañana”.

El itacate es la extensión de la fiesta, un apapacho que se lleva en la mano y que garantiza un delicioso recalentado al día siguiente.
El Ritual Moderno del Itacate
Hoy en día, el itacate es una de las tradiciones no escritas más bonitas de nuestra cultura. No se pide, se ofrece con insistencia. Es la abuela diciéndote que “estás muy flaco” mientras te llena un recipiente, o la tía que no te deja ir hasta que te lleves “aunque sea un taquito”.
Y, por supuesto, está el recipiente: desde el clásico plato cubierto con una servilleta bordada, hasta el icónico bote de yogurt o crema que todos tenemos en casa, listo para una segunda vida.
Así que la próxima vez que te ofrezcan un itacate, recíbelo con gusto. No solo te estás llevando una deliciosa comida para el día siguiente, sino que estás participando en una tradición centenaria que simboliza el cariño, la generosidad y el corazón de las familias mexicanas.
