Detrás del Micrófono: Las Increíbles Historias y Apodos de los Cantantes de la Sonora Matancera
La Sonora Matancera no fue solo una orquesta; fue una verdadera “escuela de estrellas”, una constelación de voces donde cada cantante era un personaje con una historia única. Más allá de las melodías que nos han puesto a bailar por décadas, las vidas de sus vocalistas estaban llenas de anécdotas, personalidades arrolladoras y apodos que se hicieron tan famosos como sus canciones.
Estos son los secretos y datos curiosos de las leyendas que, con su voz, convirtieron a la Sonora en el conjunto más grande de todos los tiempos.
Bienvenido Granda: “El Bigote que Canta”
Fue una de las primeras y más emblemáticas voces de la Sonora. Su apodo no tiene mucho misterio: lucía un bigote muy particular que se convirtió en su sello distintivo. Pero lo que pocos saben es que, a pesar de su potente voz para la guaracha y el bolero, tenía una personalidad temperamental que a menudo chocaba con el carácter disciplinado de Rogelio Martínez, el director. Su estilo para interpretar los boleros, con un sentimiento profundo y una voz casi nasal, lo hizo inconfundible y muy querido por el público.

Daniel Santos: “El Inquieto Anacobero”
Si hubo un cantante rebelde y polémico en la Sonora, ese fue Daniel Santos. Su vida fue tan intensa como sus interpretaciones. Su apodo, “El Inquieto Anacobero”, tiene dos partes: “inquieto” por su vida bohemia, sus constantes viajes, sus pleitos y sus incontables amoríos; y “anacobero”, una palabra del dialecto afrocubano ñáñigo que significa “diablillo” o “revolucionario”. Era un personaje de la noche, el prototipo del cantante arrabalero, y esa misma pasión la imprimía en canciones como “El Corneta” o “Dos Gardenias”. Su vida estuvo marcada por el drama, incluyendo estancias en la cárcel, lo que alimentó su leyenda de “macho” atormentado.

Celia Cruz: La Reina que al Principio no Convencía
Hoy es impensable imaginar a la Sonora sin Celia Cruz, pero su llegada en 1950 no fue fácil. Reemplazó a la popular cantante puertorriqueña Myrta Silva, y al principio, el público no la aceptó. Muchos enviaban cartas a la radio quejándose y pidiendo que regresara la anterior vocalista. Fue Rogelio Martínez quien apostó por ella, defendiendo su talento único. El tiempo le dio la razón. Fue con la Sonora que Celia se convirtió en una estrella continental. ¿Y su famoso grito “¡Azúcar!”? Nació de una anécdota simple: un día en un restaurante de Miami, un mesero le preguntó si quería azúcar en su café. Ella, extrañada por la pregunta a una cubana, le respondió: “¡Chico, tú eres cubano! ¿Cómo vas a preguntar eso? ¡Azúcaaar!”. La frase causó gracia, la repitió en un show y el resto es historia.

Celio González: “El Satanás de Cuba”
Este apodo puede sonar intimidante, pero no tenía nada que ver con la maldad. A Celio González le llamaban así por la energía arrolladora que desataba en el escenario. Se decía que cuando cantaba, parecía “poseído” por el ritmo, contagiando a todos con su vitalidad. Era un showman completo. Aunque es recordado por boleros románticos y elegantes como “Total”, en vivo era un torbellino de sabor. Su apodo era un reconocimiento a su increíble capacidad para encender al público.

Myrta Silva: “La Gorda de Oro” y la Primera Mujer en Grabar
Antes de Celia, estuvo Myrta Silva. Esta talentosa cantante y compositora puertorriqueña fue la primera mujer en grabar oficialmente un disco con la Sonora Matancera en 1949. Su apodo, “La Gorda de Oro”, se lo ganó por su carisma y su inmenso talento, que valía su peso en oro. No solo cantaba, también componía y más tarde se convirtió en una de las primeras y más famosas presentadoras de la televisión en Puerto Rico y Estados Unidos. Su paso por la Sonora fue breve pero histórico, abriendo la puerta para que otras mujeres, como Celia, pudieran brillar.

Cada uno de estos artistas no solo prestó su voz a la orquesta; le entregaron su alma, su historia y su personalidad, creando un universo musical tan rico y variado que, aún hoy, sigue fascinando al mundo.