Ángel Canales: El salsero que quemó su música y se convirtió en leyenda
Ángel Canales, conocido en el ambiente musical como “El Diferente”, protagonizó una de las historias más singulares y enigmáticas de la salsa. Tras alcanzar el reconocimiento en la competida escena neoyorquina de los años 70 y 80, decidió desaparecer de los escenarios de una manera radical, un acto que cimentó su estatus de mito. Su carrera, marcada por un espíritu de independencia y un estilo inconfundible, culminó con una decisión que aún hoy resuena entre los aficionados del género.

Nacido en Santurce, Puerto Rico, el 29 de junio de 1950, Ángel Luis Canales se trasladó con su familia a Nueva York a los ocho años. Su vida profesional principal no fue la música, sino la joyería, un oficio que aprendió desde joven y que le proporcionó la independencia económica para manejar su carrera artística sin someterse a las presiones de las grandes disqueras.
El nacimiento de un sonido “Diferente”
La incursión de Canales en la música comenzó de manera fortuita. Después de prestar servicio militar, se reencontró con amigos de la infancia que se habían convertido en músicos. Su carrera tomó un impulso definitivo al unirse como vocalista a la banda del pianista Markolino Dimond, un exintegrante de la orquesta de Willie Colón. Juntos grabaron el álbum “Brujería” en 1970, un trabajo que sentó las bases de su sonido.

Cuando Dimond desapareció temporalmente de la escena por problemas personales, Canales asumió el liderazgo del grupo, rebautizándolo como “Ángel Canales y Sabor”. Fue con esta orquesta que consolidó su estilo. Su voz nasal, su particular fraseo que a veces parecía fuera de tiempo y su actitud desafiante en el escenario le ganaron el apodo de “El Diferente”. No buscaba complacer al mercado; su música era un reflejo del barrio, cruda y directa.
Independencia y el sello Selanac
La independencia de Canales no era solo una postura artística, sino también empresarial. Mientras gigantes como Fania Records dominaban el mercado de la salsa, él se mantuvo al margen. Su negocio de diamantes le permitió financiar sus propias producciones y fundar su propio sello discográfico: Selanac. El nombre, un palíndromo de su apellido “Canales”, era una declaración de su autonomía.

Esta libertad creativa le permitió desarrollar un sonido que incorporaba elementos de jazz con la fuerza de la salsa de la calle. Músicos como el pianista colombiano Edy Martínez fueron clave en la creación de los arreglos para éxitos como “Lejos de ti”, “Perico Macoña” y “Sabor los rumberos nuevos”. Sus letras, a menudo crónicas de la vida en el barrio, conectaron profundamente con el público que veía en él a un artista auténtico.
El retiro y la quema de su legado
A mediados de la década de 1980, cuando su imagen ya estaba consolidada, Ángel Canales desapareció de la vida pública. No hubo anuncios formales, ni giras de despedida. Simplemente dejó de grabar y de presentarse, alimentando toda clase de rumores.
La verdad detrás de su retiro fue un acto tan dramático como su música. Según relató su amigo y maestro de ceremonias, Jessie Ramírez, el propio Canales le confesó lo que había hecho. En un acto motivado por la tristeza y los primeros indicios del Parkinson que padecía, fue a una playa, hizo una fogata y quemó toda su discografía. No quería que el público lo viera deteriorado por la enfermedad y tomó la drástica decisión de borrar su pasado musical.
Desde entonces, poco se sabe de su paradero exacto. Su imagen quedó congelada en el tiempo, la del salsero rebelde que nunca se doblegó ante la industria. Aunque su discografía no desapareció gracias a las copias que ya estaban en el mercado, su acto simbólico de destrucción lo convirtió en una figura legendaria. Ángel Canales demostró que en un mundo de intereses comerciales, el arte también puede ser un acto de completa y total rebeldía.






