Alfredo Linares, el “Inca del Piano” que le puso rock a la salsa
Cuando se habla de los grandes innovadores de la salsa, los nombres de Nueva York, Puerto Rico y Cuba suelen ser los primeros en la conversación. Sin embargo, uno de los sonidos más originales y potentes del género nació en Perú, de las manos de un músico visionario: Alfredo Linares, conocido por los bailadores como el “Inca del Piano”.
De Lima para el mundo: Los inicios de un genio musical
Alfredo Linares nació en Lima, Perú, en un hogar donde la música era parte del día a día. Su padre era afinador de pianos, una profesión que le permitió a un joven Alfredo tener un contacto directo y profundo con el instrumento que definiría su carrera. Desde niño se formó en la música, desarrollando una técnica y un oído que lo distinguieron del resto.
A finales de la década de los 60, Linares viajó a Bogotá, Colombia, con un contrato para tocar jazz en el prestigioso Hotel Tequendama. Aunque dominaba el género, su verdadera pasión se estaba gestando al escuchar los discos que llegaban desde el Caribe y Nueva York. Pasaba horas estudiando el estilo de pianistas como Orlando Marín y Charlie Palmieri, y absorbiendo la cadencia de músicos como Chombo Silva. El fuego de la salsa había sido encendido.
El viaje a Cali y el nacimiento de un sonido único
Fue en Colombia donde un amigo le dio el consejo que cambiaría su destino: “Vaya a Cali, toque en la noche caleña”. En aquel entonces, Cali ya se perfilaba como una de las capitales mundiales de la salsa. Linares aceptó el reto y se sumergió en la vibrante escena musical de la ciudad.
En un contexto global dominado por el rock and roll de The Beatles y la psicodelia, y en una Cali que vivía la efervescencia de las casetas salseras, a Linares se le ocurrió una idea que para muchos parecía una locura: fusionar los ritmos que amaba. De esa experimentación nació en 1974 su creación más emblemática, una canción que rompió todos los esquemas: “Mambo Rock”.
“Mambo Rock” y “Tiahuanaco”: Himnos de la pista de baile
“Mambo Rock” es una pieza explosiva que combina la energía del mambo, la fuerza del rock y el sabor de la salsa en una mezcla que, hasta el día de hoy, sigue incendiando las pistas de baile. La canción se convirtió en su sello distintivo y en un himno para los bailadores de todo el continente.
Pero su genio no se detuvo ahí. Ya posicionado como una figura clave de la noche, Linares decidió ir más allá y rendir homenaje a sus raíces. Creó “Tiahuanaco”, una potente descarga instrumental que, sin una sola palabra, evoca la majestuosidad de las culturas ancestrales de su tierra. Con esta canción, clavó la bandera de Perú en el corazón del mapa salsero mundial.
El legado de la salsa hecha en Sudamérica
Alfredo Linares es una figura central del fenómeno de la salsa peruana, junto a otros pioneros como Lucho Macedo, Mario Allison y Melcochita. Su carrera es la prueba de que la salsa es un lenguaje universal que no se limitó a una sola región. Su sonido se gestó y creció en las calles y salones de Lima, Bogotá y, por supuesto, Cali, para después expandirse por toda América Latina, dejando una huella importante también en Venezuela.
El “Inca del Piano” demostró que para hacer música que mueva el cuerpo y el alma, el único pasaporte necesario es el talento. Su piano, con un estilo inconfundible, sigue sonando en las fiestas y sonideros, recordándonos que el sabor de la salsa no tiene fronteras.
