¿Por qué aguantamos el alcohol? El secreto de la “mala copa” está en nuestros genes

Kenia Espinosa

2025-11-07

La "mala copa" es una consecuencia moderna de llevar una antigua adaptación genética más allá de su propósito original de supervivencia.

¿Por qué aguantamos la “mala copa”? La ciencia explica que el alcohol fue clave para la evolución humana

Para muchos, el consumo de alcohol es sinónimo de fiesta, celebración o un simple gusto al final del día. Y para otros, es la causa de la temida “mala copa” o la resaca del día siguiente. Pero, ¿y si te dijera que nuestra capacidad para procesar el alcohol no se desarrolló para las fiestas, sino como una herramienta de supervivencia que le dio a nuestros antepasados una ventaja crucial para evolucionar?

 Un grupo de amigos diversos ríe mientras brindan con vasos de shots en un bar. La nota explica el origen evolutivo de por qué los humanos pueden metabolizar el alcohol.

Una fascinante teoría científica sugiere que nuestra relación con el alcohol es mucho más antigua de lo que pensamos y está directamente ligada a una mutación genética que nos salvó en momentos de escasez.

La fruta prohibida que caía del árbol

Para entender esta historia, debemos viajar en el tiempo unos 10 millones de años. En ese entonces, nuestros ancestros primates vivían principalmente en los árboles, alimentándose de frutas frescas. Sin embargo, los cambios climáticos comenzaron a reducir los bosques, obligándolos a bajar al suelo para buscar comida.

Un grupo de jóvenes en una fiesta brinda con cócteles de colores. El artículo explica que nuestros genes se adaptaron para procesar alcohol, pero no en las altas concentraciones de las bebidas modernas.

En el suelo del bosque, se encontraron con un nuevo recurso: fruta que había caído de los árboles y que, por la acción de las levaduras naturales, había comenzado a fermentar. Este proceso natural produce etanol, el tipo de alcohol que se encuentra en las bebidas alcohólicas. Esta fruta madura y ligeramente fermentada era una fuente de calorías fácil de encontrar, pero tenía un problema: era tóxica para la mayoría de los mamíferos.

La “hipótesis del mono borracho”: Una ventaja para sobrevivir

Aquí es donde entra en juego la famosa “hipótesis del mono borracho”, propuesta por el biólogo Robert Dudley de la Universidad de California en Berkeley. Según su teoría, aquellos de nuestros antepasados que podían consumir esta fruta fermentada sin enfermarse gravemente tenían una ventaja competitiva. Tenían acceso a una fuente de alimento que otros no podían aprovechar, lo que les permitía sobrevivir mejor en tiempos de escasez.

Tres hombres ríen y brindan con grandes tarros de cerveza en un bar. El artículo explora la mutación genética que permite a los humanos procesar la cerveza y otras bebidas alcohólicas.

No se trataba de emborracharse, ya que la concentración de alcohol en estas frutas era muy baja (entre 0.5% y 2%). Se trataba de obtener energía. El olor a etanol se convirtió en una señal para localizar fruta madura y nutritiva a distancia.

La mutación genética que lo cambió todo

La ciencia ha respaldado esta hipótesis con evidencia genética. Un estudio dirigido por el biólogo Matthew Carrigan y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) identificó el momento exacto en que todo cambió. Hace aproximadamente 10 millones de años, un ancestro común de los humanos, chimpancés y gorilas experimentó una mutación en un gen responsable de la enzima alcohol deshidrogenasa 4 (ADH4).

 Un grupo de personas brinda con vasos de whisky en las rocas. El artículo explica que nuestro cuerpo evolucionó para procesar bajas cantidades de alcohol, a diferencia de la alta concentración en los destilados.

Esta enzima es como un filtro en nuestro cuerpo, encargada de descomponer el etanol. La mutación hizo que esta enzima se volviera 40 veces más eficiente para metabolizar el alcohol. Este “superpoder” permitió a nuestros ancestros comer la fruta fermentada, digerir el alcohol rápidamente para obtener sus calorías y evitar los efectos tóxicos de una intoxicación prolongada. Aquellos sin la mutación, simplemente no podían competir.

Del bosque a la botella: ¿Por qué hoy nos da la “mala copa”?

Si nuestros cuerpos evolucionaron para procesar alcohol, ¿por qué hoy sufrimos de resacas y problemas de salud relacionados con su consumo? La respuesta está en la concentración. Nuestros genes están adaptados para procesar las bajas dosis de alcohol que se encuentran en la fruta fermentada, no las altas concentraciones que hemos creado artificialmente en la cerveza, el vino o los destilados.

Un grupo de personas en una fiesta brinda chocando sus botellas de cerveza. El artículo discute la "hipótesis del mono borracho" y cómo comenzó nuestra relación con el alcohol.

En esencia, nuestra tecnología para producir alcohol ha avanzado mucho más rápido que nuestra evolución biológica. El sistema que una vez nos dio una ventaja para sobrevivir, hoy se ve sobrepasado por bebidas que contienen entre un 5% y un 40% de alcohol o más. La “mala copa” y la resaca son, en parte, el resultado de llevar a nuestro antiguo sistema genético a un límite para el que nunca fue diseñado.

 Un grupo de mujeres diversas ríe mientras brindan con copas de vino en una reunión nocturna. El artículo conecta el acto social de beber con nuestra historia evolutiva.

Así, la próxima vez que disfrutes de una bebida, recuerda que detrás de ese acto social hay una historia evolutiva de 10 millones de años que fue fundamental para que la humanidad llegara a ser lo que es hoy.

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