Todos hemos cantado a todo pulmón “La vida es un carnaval”. Es una de esas canciones que nos levanta el ánimo, que nos invita a bailar y a olvidar las penas. Pero para su intérprete, la inigualable Celia Cruz, esta frase era mucho más que la letra de un éxito mundial; era su filosofía, su receta para la felicidad y la lección de vida que compartió con el mundo hasta su último día.
En una emotiva entrevista que hoy recordamos con cariño, la “Reina de la Salsa” abrió su corazón y explicó el profundo significado que tenía para ella esta poderosa afirmación. Con la sabiduría que solo dan los años y las experiencias, Celia nos regaló un manual para enfrentar los problemas y encontrar la alegría en el día a día.
¿La vida es un carnaval? La decisión está en tus manos
Cuando el entrevistador le preguntó directamente si la vida era un carnaval, Celia no dudó un segundo. “Es, seguro que es”, respondió con firmeza. Sin embargo, inmediatamente después, compartió la clave de su pensamiento: la vida no es un carnaval por sí sola, sino porque uno decide que así sea.

“No es más que uno proponerse a hacerla un carnaval”, explicó la Guarachera de Cuba. Con estas sencillas palabras, Celia nos enseñó que la actitud es lo que define nuestra realidad. Ella misma lo contrastó diciendo: “Cuando nosotros empezamos con el pesimismo (…) la hacemos un infierno”.
Esta lección es fundamental: la felicidad no es algo que nos llega por arte de magia, es una elección consciente que hacemos todos los días. A pesar de los problemas y las dificultades, tenemos el poder de decidir cómo enfrentar lo que nos pasa. Como bien dijo Celia, la vida “es muy corta” y hay que vivirla.
El remedio de Celia Cruz para una vida feliz
El entrevistador, conmovido, le confesó a Celia que la consideraba una de las pocas personas que conocía que era “integralmente feliz”. Y entonces, le preguntó por su secreto. La respuesta de la Reina fue una cátedra de inteligencia emocional y sencillez, un verdadero “remedio” para el alma.

Según Celia, la clave para alcanzar esa felicidad se basa en principios muy claros:
- Sonreír siempre: La sonrisa era su carta de presentación, el reflejo de su alma alegre.
- No hacerle daño a nadie: Explicó que su tranquilidad venía de tener la conciencia limpia. “Me puedo volver a dormir tranquila porque no le hago daño a nadie”, confesó.
- Pensar siempre en positivo: Para Celia, la mente era una herramienta poderosa. Enfocarse en lo bueno era fundamental para mantener el espíritu en alto.
- No guardar rencor: Su esposo, Pedro Knight, a veces le decía que ella “justificaba” a todo el mundo. Celia explicó por qué lo hacía: “Sí, para no tener rencor ni nada”. Era su manera de liberarse de cargas emocionales negativas.
“Aceptar a todo el mundo como es”: La clave de la paz interior
Quizás una de las lecciones más importantes que nos dejó Celia en esa conversación fue sobre la aceptación. “A cada quien su vida y a cada quien hay que aceptarlo como es”, afirmó con convicción. Para ella, entender que no podemos cambiar a los demás y que cada persona es un mundo era esencial para vivir en paz.

Esta filosofía de aceptación no solo la aplicaba a los demás, sino también a sí misma. “Y quiero que lo mismo hagan conmigo, que me acepten como yo soy”, añadió. En esta simple frase se encierra un profundo respeto por la individualidad y una invitación a dejar de lado los juicios que tanto daño nos hacen.
Al final, el remedio de Celia Cruz es una guía de vida que hoy, más que nunca, sigue vigente. Su legado va más allá de su música; está en su ejemplo, en su capacidad para transformar el dolor en alegría y en su inquebrantable fe en que, si nos lo proponemos, la vida puede ser, de verdad, un maravilloso carnaval.






