Guía para ir al mercado: El arte secreto de pedir tu ‘pilón’ y no fallar en el intento
Ir al mercado o al tianguis es mucho más que hacer las compras; es un ritual. Es el olor a cilantro fresco, el grito del de los jugos, el sonido de la cumbia de fondo y, por supuesto, la búsqueda del tesoro más preciado de todo comprador experto: el pilón.

Ese jitomate extra, ese manojito de perejil, esos dos limones que te “regala” tu casero no son solo comida gratis. Son un trofeo, una medalla de honor, la prueba de que has dominado el arte de la compra. Pero, ¿qué pasa cuando a ti nunca te dan nada? ¿Será que tienes mala suerte? ¡Para nada, comadre! Pedir el pilón es una ciencia y, como en todo, hay técnicas. Aquí te dejamos la guía definitiva para que te conviertas en una maestra del pilón.
¿Por qué nos importa tanto el “un poquito más”: ?
Antes de la técnica, entendamos la ciencia. ¿Por qué nos da tanta alegría recibir un pilón que, si lo piensas, no cuesta más que unos cuantos pesos?
- Es un reconocimiento: El pilón no se le da a cualquiera. Es un gesto que el vendedor tiene con sus clientes leales. Recibirlo es una señal de que “te conocen”, de que eres parte de la comunidad del puesto. Es un “gracias por venir siempre conmigo”.
- La emoción de ganar algo: Según la psicología, a los humanos nos encanta la sensación de recibir algo inesperado y “gratis”. Ese pequeño extra activa los centros de placer en nuestro cerebro. Es una pequeña victoria en la batalla cotidiana del mandado.
- Fortalece el lazo social: El intercambio del pilón es un acto de confianza y simpatía. Es la forma no verbal de decir: “tú me caes bien y yo te caigo bien, seguiremos haciendo negocios”.

Manual de combate: Las 4 técnicas infalibles para pedir tu pilón
Ahora sí, a lo que nos truje. Para conseguir tu pilón, necesitas estrategia. No puedes llegar y exigir. Tienes que ser sutil, carismática y saber leer el momento.
Técnica 1: La Lealtad Incondicional (La Inversión a Largo Plazo)
Esta es la más importante. Hazte casera. Ve siempre al mismo puesto de fruta, al mismo de la verdura, al mismo del pollo. Saluda por su nombre al vendedor (“¡Doña Pelos, qué milagro!”), pregúntale por su familia, échate un chismecito rápido. Cuando ya eres parte del paisaje, el pilón llega solo, sin que lo pidas.
Técnica 2: La Inocente Pregunta (La Directa pero Amable)
Esta es para cuando ya hay confianza. Después de que te pesaron todo y estás a punto de pagar, lanzas la pregunta con tu voz más tierna y una sonrisa:
- “Oiga, marchante, ¿y no me va a dar mi pilón?”
La clave es el tono. No es una exigencia, es casi una broma, una tradición que estás recordando. Nueve de cada diez veces, funciona.

Técnica 3: La Víctima Sutil (El Drama Controlado)
Esta técnica es de nivel avanzado. Funciona cuando te faltan centavos o cuando ya no te alcanza para algo chiquito.
- “¡Ay, joven, ya no me alcanzó para el cilantro! Ni modo, así me lo llevo…”
Lo dices con un suspiro de resignación. Si el vendedor tiene corazón (y casi todos lo tienen), te dirá: “Ándele pues, lléveselo, para que no le falte a su caldito”. ¡Victoria!
Técnica 4: La Cómplice del Sabor (La que sabe)
Esta es para crear una conexión de expertos. Mientras te despachan, comentas sobre la comida que vas a preparar.
- “Estos jitomates se ven buenísimos para la salsa. ¿No tendrá por ahí un chile que le sobre, para que amarre?”
Al hacerlo cómplice de tu platillo, es más probable que quiera contribuir a tu éxito culinario con un pequeño pilón.
Lo que NUNCA debes hacer
Así como hay técnicas, también hay pecados capitales que te garantizarán irte con las manos vacías.

- No seas exigente: Jamás pidas de pilón un aguacate o un mango. El pilón es algo pequeño: unos limones, un manojo de hierbas, un par de tomates.
- No lo pidas si es tu primera vez: Si nunca has comprado en ese puesto, no tienes derecho de pilón. ¡Gánatelo!
- No te enojes si te dicen que no: A veces el vendedor no está de humor o las ventas van bajas. Si te niegan el pilón, sonríe y di “no se preocupe, para la otra será”. La amabilidad de hoy es el pilón de mañana.
Así que ya lo sabes. La próxima vez que vayas al mercado, no vayas solo a comprar. Ve a conectar, a platicar y a poner en práctica tus nuevas habilidades.